Anochece en mi mente,
notando mi alma un perpetuo vacío,
golpeando en mi frente
el duro invierno con gélido frío,
limitando al recuerdo
aquel momento que me tiene cuerdo.
Antecede en mi pecho
rasgando el aire mis vértebras finas,
acabando maltrecho,
gimiendo gotas de lis cristalinas;
ocaso de mi goce,
noté evadirse de mi piel tu roce.
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