Tu rostro, el
cielo
En tu rostro contemplé el ancho
cielo,
pues tus pupilas eran dos
estrellas
que fuerte brillaban en su alto
vuelo.
Y tus mejillas eran nubes bellas,
tan blancas como lo es la nieve
caída
que cuando la tocas, quedan las
huellas.
Tu hermosa sonrisa era parecida
a aquella luna más resplandeciente
que en la oscuridad se encuentra
encendida.
Tu cabellera era tan reluciente,
tal como lo es el sol del
mediodía,
cuando se sitúa en su hora más
caliente.
Y como el arco iris se parecía
tus colorados labios al besar,
pues en tus besos se halla la
alegría.