Ocaso
En mi pecho sobreviene el ocaso,
pues la luz del día ya se ha ocultado
y el rubor de la noche ha dado paso,
la profunda oscuridad ha llegado.
La intensa luz que antes resplandecía,
brillaba con fuerza en todo rincón,
y así por todas las partes lucía
la plena alegría en mi corazón.
Ya la noche ha cubierto con su manto
todo resquicio de corriente brillo,
y del placer ha pasado al llanto
y ya en su puerta ha cerrado el pestillo.
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